18 de agosto

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura del libro de Josué 24, 1-13

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: “Así dice el Señor, Dios de Israel: ‘Al otro lado del río Eúfrates vivieron antaño sus padres, Téraj, padre de Abrahán y de Najor, sirviendo a otros dioses. Tomé a Abrahán, su padre, del otro lado del río, lo conduje por todo el país de Canaán y multipliqué su descendencia dándole a Isaac. A Isaac le di Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír, mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. Envié a Moisés y Aarón para castigar a Egipto con los portentos que hice, y después los saqué de allí. Saqué de Egipto a sus padres; y llegaron al mar. Los egipcios persiguieron a sus padres con caballería y carros hasta el mar Rojo. Pero gritaron al Señor, y Él puso una nube oscura entre ustedes y los egipcios; después desplomó sobre ellos el mar, anegándolos. Sus ojos vieron lo que hice en Egipto. Después vivieron en el desierto muchos años. Los llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; los atacaron, y se los entregué. Tomaron posesión de sus tierras, y yo los exterminé ante ustedes. Entonces Balac, hijo de Sipor, rey de Moab, atacó a Israel; mandó llamar a Balaán, hijo de Beor, para que los maldijera; pero yo no quise oír a Balaán, que no tuvo más remedio que bendecirlos, y los libré de sus manos. Pasaron el Jordán y llegaron a Jericó. Los jefes de Jericó los atacaron: los amorreos, fereceos, cananeos, hititas, guirgaseos, heveos y jebuseos; pero yo se los entregué; sembré el pánico ante ustedes, y expulsaron a los dos reyes amorreos, no con tu espada ni con tu arco. Y les di una tierra por la que no habían sudado, ciudades que no habían construido, y en las que ahora viven, viñedos y olivares que no habían plantado, y de los que ahora comen’”.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 135, 1-3. 16-18. 21-22. 24

R. Porque es eterna su misericordia. 

Den gracias al Señor porque es bueno / R.

Den gracias al Dios de los dioses / R.

Den gracias al Señor de los señores / R. 

Guió por el desierto a su pueblo / R.

El hirió a reyes famosos / R.

Dio muerte a reyes poderosos / R. 

Les dio su tierra en heredad / R.

En heredad a Israel, su siervo / R.

 Y nos libró de nuestros opresores / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. 1 Ts 2, 13)

Acojan la Palabra de Dios, no como Palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12

“Por lo tercos que son les permitió Moisés divorciarse de sus mujeres; pero, al principio, no era así”

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?”. Él les respondió: “¿No han leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: ‘Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne?’. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”. Ellos insistieron: “¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?”. Él les contestó: “Por lo tercos que son les permitió Moisés divorciarse de sus mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora les digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio”. Los discípulos le replicaron: “Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse”. Pero Él les dijo: “No todos pueden con eso, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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