6 de noviembre

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 Primera Lectura

Lectura de la Carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 12-18

Queridos hermanos, ya que siempre han obedecido, no solo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, trabajen por su salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en ustedes el querer y el obrar para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagan sea sin protestas ni discusiones, así serán irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una generación perversa y depravada, entre la cual brillan como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida. Así, en el Día de Cristo, esa será mi gloria, porque mis trabajos no fueron inútiles ni mis fatigas tampoco. Y si sangre se ha de derramar, rociando el sacrificio litúrgico que es su fe, yo estoy alegre y me asocio a su alegría; por su parte estén alegres y alégrense conmigo.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial 26, 1. 4. 13-14

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? / R.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo / R.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor / R.

Aclamación antes del Evangelio (1 P 4, 14)

“Si los ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados ustedes, porque el Espíritu de Dios reposa sobre ustedes”.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 14, 25-33

“Aquel que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; Él se volvió y les dijo: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no pudo acabar’. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre ustedes que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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