Cuarta Semana de Pascua
“Yo soy la puerta de las ovejas”
(Juan 10, 1-10)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida
En una ocasión Jesús, hablando con los fariseos les dejó entender que tanto ellos como los que antes habían guiado al pueblo, lo habían manipulado con normas nacidas de sus intereses y no le permitieron experimentar el amor de Dios. Pero ellos, no entendieron lo que Jesús les decía.
No obstante, Jesús continuó describiendo el rostro del verdadero pastor: El entra por la puerta del redil, llama a sus ovejas por su nombre, ellas reconocen su voz y lo siguen; y él conduciéndolas por pastos de libertad, les da vida abundante. Precisamente todo aquello que sus guías¨ movidos por intereses egoístas niegan al pueblo de Dios.
Luego, Jesús declaró: “Yo soy el pastor bueno, conozco a mis ovejas y ellas me conocen. Soy la puerta por donde pueden entrar y salir con libertad; y les vida en abundancia! oh Cuanta seguridad y consuelo inspiran estas palabras!
Preguntémonos: ¿Siento que Jesús es el Pastor que da seguridad a mi vida? ¿Me dejo guiar por El? Contigo me siento seguro. Señor .
Oremos: Señor eres mi Pastor nada me falta; en verdes praderas me haces reposar, me conduces a fuentes tranquilas y reparas mis fuerzas; aunque pase por sendas oscuras, nada temo porque Tú vas conmigo. Amén.
Recordemos: “Les aseguro: la puerta de las ovejas soy yo. Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y bandidos. Pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta: si alguien entra por mí, se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
Actuemos: Trato de mantener abierto el corazón para coger la Linfa divina que me ofrece el amor de Dios sin medida y sin condición.
Profundicemos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre; es en realidad un amor sorprendente, porque al darnos a Jesús como Pastor que da vida, nos ha dado lo más grande y precioso que podía darnos! ¿Qué más podemos necesitar o esperar? Con Él lo tenemos todo! Papa Francisco.