10 de octubre

 

“Maestro bueno, ¿qué debo hacer para poseer la vida eterna?” (Mc 10, 17)

 

Muchas veces creemos como el joven del evangelio de este día, que por obedecer los mandamientos somos buenos y hemos cumplido todos los compromisos que derivan de nuestra experiencia de fe. Sin embargo, Jesús a través de las palabras que dirige al joven rico, nos enseña que esto solo no basta sino que también es necesario compartir todo lo que tenemos con los más necesitados: “Solo te falta una cosa: vete a vender todo lo que tienes y dales el dinero a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme”. Tal vez, como el joven rico, nuestras seguridades, riquezas, comodidades, nos impiden desprendernos de aquello que tenemos para seguir de manera más comprometida a Jesús y solidarizarnos con quienes nos rodean. Pidamos al Señor, en este día la capacidad de desapegarnos cada vez más de nuestras riquezas materiales y personales, y aprender a compartir con sencillez y alegría, aquello que somos y tenemos.

 

Reflexionemos:

¿Qué enseñanza nos deja la actitud del joven rico?, ¿qué nos falta vender para seguir a Jesús con mayor disponibilidad y entrega?

 

Oremos:

Enséñanos, Señor, a compartir con sencillez y alegría aquello que somos y tenemos. A desapegarnos de todo aquello que nos impide abrirnos gratuitamente a los demás. Amén.

 

Recordemos:

Seguir a Jesús implica desapegarnos de nuestras riquezas personales y materiales, para darle a él y a los otros, el primer lugar.

 

Actuemos:

Revisemos en esta jornada, cuáles son las riquezas personales o materiales que nos impiden darnos con alegría, disponibilidad y apertura a los otros.

 

Profundicemos:

La vida de los santos nos enseña la gran alegría de compartir nuestra vida y todo aquello que tenemos con los demás (Libro: Santos de tenis y jeans).

 

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