“Si no fueron de fiar en el injusto dinero, ¿Quién les confiará lo que vale de veras?” (Lc 16, 11)
En el evangelio de hoy Jesús nos exhorta a revisar la actitud que tenemos con el dinero, porque este puede nos puede pervertir el corazón, alejarnos de Dios y volverse nuestro ídolo. Y todos, sin darnos cuenta, podemos caer en este engaño. Por ello Jesús nos advierte: “Si no son de fiar en el injusto dinero, ¿Quién les confiará lo que vale de veras?
Con estas palabras Jesús nos invita a ser honestos y moderados en el uso del dinero y los bienes terrenos para ser personas dignas de confianza. Una persona recta y honesta encontrará siempre las puertas abiertas y será acogida donde llegue como una bendición.
La rectitud y honestidad son el fundamento de toda virtud porque disponen el corazón a la acción del Espíritu Santo; y guiados por el Espíritu sentiremos atracción por el modo de vivir de Jesús que eligió ser pobre y alcanzó la máxima riqueza entregando su vida por amor.
Reflexionemos:
¿Realizo mi trabajo honestamente para aportar al bien común? ¿Cuál es mi actitud ante el dinero y los bienes de este mundo? ¡Señor libera mi corazón de ambiciones desmedidas!
Oremos:
Señor, quiero seguir tus huellas y amar lo que Tu amas; desarraiga de mi corazón ambiciones desmedidas y haz que pueda decir con sinceridad de corazón: “Tu eres Señor mi herencia, tu eres mi único bien”. Amén.
Recordemos:
Lo único que me quedará en la vida, es el amor con el cual he vivido y el bien que hecho a los demás.
Actuemos:
Realizo mi trabajo cotidiano a los ojos de Dios que mira el corazón y no dejará sin recompensa lo que se hace por amor.
Profundicemos:
A los discípulos de Jesús es el Espíritu Santo quien les mueve los pies y les abre el corazón para amar. ( Libro: Vuela alto). Artemo Herrera