3 de febrero

“Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado”

(Marcos 6, 16)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Herodes y la hija de Herodías pídeme lo que quieras…

El evangelio de este día es un llamado a vivir la coherencia y transparencia de vida y el respetar el lecho conyugal. Esta enseñanza la tenía clara Juan Bautista, denunció con valentía la necesidad de conversión y la inmoralidad de Herodes.  Por amor a la verdad y denunciar la mentira fue encarcelado y, finalmente, decapitado.

El mal uso y abuso del poder puede llevar a cometer acciones atroces y destruir a las personas. La descripción del martirio de Juan muestra la crueldad a la que pueden llegar los poderosos, para callar la conciencia crítica de los profetas de todos los tiempos.

 

Reflexionemos: Juan Bautista, hombre austero, íntegro, honrado, vivía como predicaba, es  modelo del testimonio que la mayoría de nosotros estamos llamados a ofrecer. ¿Estamos dispuestos/as a vivir sin dobleces y a no hacer mal uso del poder?

 

Oremos: Señor, danos la fuerza para vivir de manera coherente, aunque tengamos más de una vez que ir contracorriente. Amén. 

 

Recordemos: Herodes había mandado a arrestar a Juan, el motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo y Juan le decía que no era lícito, tener la mujer de su hermano. 

 

Actuemos: Me esforzaré por vivir sin doblez. 

 

Profundicemos: El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré?, el Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar? Sal 26  (Libro: 100 notas para vivir la sinodalidad).

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