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23 de febrero

“El que pierda su vida por mí, la salvará”

(Lucas 9, 24)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga.

La Palabra de Dios de este día, nos presenta a Jesús que comunica a sus discípulos lo que conocemos como primer anuncio de su pasión. Les habla claramente, que va a padecer mucho, ser rechazado, condenado a muerte y resucitar al tercer día, y seguidamente invita que el que quiera seguirle debe negarse a sí mismo, es decir obrar de acuerdo a la voluntad de Dios y no buscando sus propios intereses. Seguirle a Jesús implica renunciar a todas las obras del mal y a seguir su ejemplo, es decir, pasar por esta vida haciendo todo el bien que nos sea posible.

 

Reflexionemos: Que le aprovecha al hombre ganar el mundo entro si se pierde a sí mismo. El poder y la avaricia nos convierte en almas vacías, insaciables e insatisfechas y si a eso unimos la tentación de decir: yo creo a mi manera, somos dignos de compasión. ¿te has dado cuenta que para creer y seguir a Jesús solo hay una manera, renunciar a sí mismo y tenerle como único referente?

 

Oremos: Señor, ayúdanos a volver a ti y a tu evangelio que es la fuente inagotable que da sentido y plenitud a nuestra vida. Amén. 

 

Recordemos: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día.

 

Actuemos: Seguiré creyendo en Dios, por tanto, no viviré de espalada a él.

 

Profundicemos: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Sal 1 (Libro: Firmes en la esperanza).

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