22 de Junio

“Ustedes oren así”

(Mateo 6, 7-15)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Decía san Agustín, que la oración es la gimnasia del deseo, pues el deseo es la facultad más elevada del ser humano. El deseo lo acoge todo, todo lo que existe y Dios lo es todo, a Dios no hay que hacerlo, hay que acogerlo. El texto de hoy nos ofrece el “Padre Nuestro”, esta oración que hacemos delante de Dios, tiene siete peticiones, queremos que Dios Padre nos de lo que él quiera darnos. Las primeras tres peticiones se refieren a las necesidades que nosotros tenemos acá sobre este mundo. Las otras cuatro peticiones se refieren a la necesidad que tenemos de sus dones para vivir de él. La oración termina con una añadidura sobre el perdón al otro, perdonar, es vivir la fraternidad y la comunión, como auténticos hijos de Dios.

 

Reflexionemos: Padre nuestro “Padre o Abba” en arameo es decir Papa, es el primer balbuceo del niño, que llena al padre de alegría. Decir Padre, es aceptar que somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

 

Oremos: Padre mío y Padre nuestro, enséñame a orar, enséñame a pedirte lo que tú sabes que más necesito y que necesitan aquellos que amo.

 

Actuemos: Tomaré un tiempo de este día para entrar en oración y orar despacio el Padre nuestro, meditando en cada una de las peticiones que tiene.

 

Recordemos: Padre nuestro que estas en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino.

 

Profundicemos: Danos el Pan de cada día. El pan es vida, palabra hecha carne, el pan es el gran don, es la Eucaristía que nos mantiene con vida, es la acción de gracias al hijo que se entrega por nosotros.

 

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