21 de Junio

«Cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara»

(Mateo 6, 1-6.16-16)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

La limosna, la oración y el ayuno, son los tres pilares, de nuestra religión, estos definen nuestra relación con los otros y definen nuestra existencia. Quien da limosna, al pobre, al anciano,  quien da de su tiempo, al que esta solo, le presta a Dios, pues está cumpliendo con un deber de justicia. Quien ora, habla con Dios, está siempre ante aquel que es presencia, dialogo, amor, perdón. La oración se debe hacer con insistencia y con fe. El ayuno, me ayuda a vivir sobriamente, a servirme de las cosas que tengo en la medida en que son útiles para amar a Dios y al prójimo. Por eso, que Jesús nos insiste, que no sepa tu mano izquierda, lo que hace tu derecha. Hagamos todo solo para agradar a Dios que nos ama sin límites y no para autocomplacernos o vanagloriarnos ante los demás.

 

Reflexionemos: Podemos obrar de dos formas, una para que nos vean las personas y nos alaben por ello. La otra es obrar solo por amor a Dios y delante de él.

 

Oremos: Padre bueno, ayúdame a dar y a amar, sin esperar recompensa alguna. Ayúdame a practicar siempre la limosna, el ayuno y la oración para ser como tú. Amén. 

 

Actuemos: Acogeré la Palabra de Dios de este día, oraré en silencio y hare una obra de caridad, sin que nadie lo sepa, solo porque tu oh Dios eres mi Padre.

 

Recordemos: Tú en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo  que hace tu derecha. Así tu limosna la vera tu Padre que ve en lo secreto.

 

Profundicemos: El ayuno es como la oración del cuerpo, es aceptación de nuestra realidad, es aceptar lo que soy y lo que tengo como un don de Dios, principio y fin de todo.

 

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