20 de Octubre

“No he venido a traer paz, sino división”

(Lucas 12, 49-53)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El Evangelio de ayer nos invitaba a la vigilancia, hoy nos insiste en la radicalidad como debemos asumir los criterios del Evangelio, que sin duda trae división de manera especial en los corazones que no quieren pactar con esta Buena Noticia. Las palabras de Jesús en este pasaje son muy duras. Jesús desea que el fuego que lleva dentro prenda de verdad, que no lo apague nadie, que se extienda por toda la tierra. Quien se aproxima a Jesús con los ojos abiertos y el corazón despierto va descubriendo que el fuego que arde en su interior es la pasión por Dios y la compasión por los que sufren. Las palabras de Jesús nos invitan a dejarnos encender por su Espíritu sin perdernos en cuestiones secundarias. Quien no se ha dejado quemar por Jesús no conoce todavía el poder transformador que quiso introducir él en la tierra.

 

Reflexionemos: ¿Somos radicales en la vivencia de la fe, aunque esto traiga conflictos?

 

Oremos: Señor, tú dijiste que todos cuanto trabajan por la paz serían llamados hijos de Dios; concédenos la gracia de trabar sin desfallecer por una paz firme y verdadera. Amén.

 

Recordemos: “He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!»

 

Actuemos: Ofrezco a Dios mis actividades y oraciones para aumentar mi amor por Él y ruego para que ese fuego encendido ilumine a mi familia, compañeros y amigos.

 

Profundicemos:  ¿Cómo creemos que el fuego del Espíritu de Dios pueda consumir nuestras dificultades de cada día y hacer que todos seamos un solo rebaño, con un solo pastor?

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