19 de Agosto

“Amaras al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo”

(Mateo 22, 34-40)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En el Evangelio de hoy Jesús responde claramente que el mandamiento principal es amar a Dios de manera absoluta. Cita para esto lo que Dios le mandó a Moisés y que consta en el Deuteronomio (Dt 6,5)  “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”). Pero Jesús une a este mandamiento otro, que figura en el Levítico “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”).

La afirmación de Jesús es clara: el amor es todo. Lo decisivo en la vida es amar. Lo primero es vivir ante Dios y ante los demás en actitud de amor. Esto es lo esencial. Jesús nos propone a nosotros mismos como modelos para el amor fraterno: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Con la misma medida con que nos amamos a nosotros mismos, hemos de amar a los demás. Sencillamente, basta que hagamos a los demás lo que queremos que ellos nos hagan a nosotros en los mil detalles de la vida de cada día. Para san Pablo, en esto se compendia la Ley: “Toda la Ley está resumida plenamente en este precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gal 5, 14).

Jesús es el mejor modelo de amor a Dios y a la humanidad. Obediente al Padre y comprometido con la salvación de todos los seres humanos, lleva su amor a hasta las últimas consecuencias su muerte en la cruz.

Como discípulos suyos, le pedimos que nos enseñe a amar, que nos muestre el camino que conduce al amor perfecto a Dios y a los hermanos.   

 

Oremos:  Señor, ayúdame a amar como Tú amas, extendiendo mi corazón en los dos horizontes que me muestras. Enséñame a amar hoy un poco más, a darme un poco más, y así contribuir en la edificación de tu Reino en mi vida.

 

Recordemos: “Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente”: ¿Qué significa en tu día a día amar a Dios con todo el corazón?

 

Actuemos: ¿Amo de verdad a Dios con mi comportamiento o solamente con buenos sentimientos y palabras?

 

Profundicemos: “Amaras al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo”

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