15 de agosto

 

“María se puso en camino y se fue sin demora a un pueblo de las montañas de Judea” (Lc 1, 39)

 

Hoy celebramos la fiesta de la Asunción de María. Solemnidad que nos recuerda como nuestra madre, después de su vida terrena fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo. Acontecimiento que nos enseña como nuestra vida es continuo peregrinar al Padre, a través de las pequeñas y grandes acciones que hacemos cada día a favor de los demás. Así como lo narra el evangelio de hoy, en el que María después de haber acogido en su vientre al Hijo de Dios, gracias a la acción del Espíritu, se pone en camino y va sin demora a la región montañosa, para servir con fe y alegría a su prima Isabel: “¡Bendita eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?”. La disponibilidad de María para ir al encuentro del otro, es aquello que le ayuda a reconocer como Dios se revela en los pequeños y sencillos, en todos aquellos que pasan hambre y necesidades. Así mismo, darse cuenta, que la vida solo cobra verdadero sentido cuando la abrimos a las necesidades de los demás y compartimos con ellos nuestra existencia. Pidamos, a nuestra madre María en este día, que nos ayude a orientar toda nuestra existencia al cuidado y el servicio de los demás. Ya que solo así, tendremos la gran alegría de participar algún día de su misma gloria en el cielo.

 

Reflexionemos:

¿Somos disponibles para ir al encuentro del otro como María?, ¿qué enseñanza nos deja esta fiesta de la Asunción?

 

Oremos:

Enséñanos, madre María, a salir cada vez más al encuentro de las necesidades de todos aquellos que están a nuestro lado. A reconocer que como tú, estamos llamados a orientar toda nuestra existencia, al cuidado y el servicio de los demás. Amén.

 

Recordemos:

Dios nos llama como a María a orientar toda nuestra existencia al servicio de los demás.

 

Actuemos:

Salgamos al encuentro en esta jornada, de las necesidades que viven nuestras familias o personas conocidas.

 

Profundicemos:

María orientó toda su vida al cuidado de Jesús y al servicio de los pobres y humildes como ella (Libro: Palabras calladas).

 

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