14 de mayo

“No son ustedes los que me han elegido, soy yo quien los he elegido” 

(Jn 15, 9-17)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Los apóstoles no se atribuyen a ellos mismos su misión, son escogidos por Jesús, quien realmente es el que los llama a dar frutos de amor, a que permanezcan en la Iglesia y en la sociedad. Y por eso hoy celebramos la vocación del apóstol san Matías, que reemplazó a Judas Iscariote. Como todo apóstol, su misión central es manifestar el amor de Dios a cada persona, propagar la Buena Nueva de Cristo y dar testimonio con su vida de la eficacia salvadora de la cruz de Cristo.

Lo esencial es el llamado, que puede manifestarse de muchas formas, pero que la Iglesia discierne imponiendo las manos al escogido y enviándolo a sembrar la Palabra.  También el Señor nos llama a cada uno de nosotros a una misión muy especial en el mundo de hoy, sobre todo a ser testigos de su amor como este gran apóstol.

 

Reflexionemos: La iniciativa del llamado a seguir a Jesús siempre es de él, es él quien nos invita, primero a estar con él, a permanecer en él y a dar fruto en abundancia.

 

Oremos: Señor, te pedimos hoy particularmente por los responsables de tu Iglesia: dales un amor cada vez más grande e inteligencia pastoral ante un mundo difícil e incrédulo.Amén.

 

Actuemos: Examinaré en este día la vocación a la que Dios me ha llamado, ¿cómo la estoy viviendo?, ¿qué estoy haciendo con ella?, ¿estoy amando honestamente?

 

Recordemos: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado”.

 

Profundicemos: Es Dios el que nos ha elegido, el que nos ha llamado a la vida, el que nos ha dado una vocación y el que nos envía para que demos fruto, y un fruto que dure, que haga bien.

 

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