20 de Abril

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 9, 31-42

En aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo. Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla. Pedro le dijo: “Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho”. Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y Sarón, y se convirtieron al Señor. Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba. Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle: “No tardes en venir a nosotros”. Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo: “Tabita, levántate”. Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva. Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 115, 12-17

R. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor / R.
Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles / R.
Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando el nombre del Señor / R.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 6, 63c. 68c)

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida: tú tienes palabras de vida eterna.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69

¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna

En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron: “Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?”. Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: “¿Esto los escandaliza?, ¿y si vieran al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre ustedes que no creen”. Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede”. Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con Él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También ustedes quieren marcharse?”. Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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