Tercera Semana de Pascua
“Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida”
(Juan 6, 52-59)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida
Qué hermoso ver con cuanta seguridad y ternura Jesús explica a una audiencia resistente e incrédula el misterio inaudito del amor de Dios escondido en la Eucaristía “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en ultimo día…El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y Yo en El”. Es como si Jesús te dijera: El Padre me envió a darte Vida divina; si quieres vivir entregando tu vida, acércate y come!
Ante estas palabras nadie puede quedar indiferente porque desde el comienzo hasta el final, Jesús nos involucra en él; tú sientes que ese misterio de amor es para ti; eres tú el invitado a comer el Pan de vida. Al comulgar recibimos a Jesús resucitado en nuestro corazón que quiere seguir dando vida al mundo a través de nosotros.
Preguntémonos: Cuando comulgamos Jesús resucitado entra en nuestro corazón para seguir dando su vida a través de nosotros. ¿Acepto que comer el Pan eucarístico es entrar en el camino de entrega de Jesús? Cuando comulgo ¿qué disposiciones albergo en mi corazón?
Oremos: Gracias Jesús por el sacramento de la Eucaristía, ayúdanos a acoger este don incomparable con fe viva y a vivirlo con gratitud y amor para a aprender a donar nuestra vida como haces Tú con nosotros. Amén.
Recordemos: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.
Actuemos: Antes de acercarme a la Comunión eucarística examino las disposiciones a que albergo en mi corazón, y pido la gracia de estar siempre atento a las necesidades de los demás.
Profundicemos: Jesús que ha dicho: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si uno come de este pan vivirá para siempre”; nos pide con amor que lo reconozcamos, lo acojamos y nos alimentarnos de Él para que no nos falle la alegría de vivir y la fuerza de servir. Papa Francisco