Tercera Semana de Pascua
“Yo soy el pan vivo bajado del cielo”
(Juan 14, 6-14)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida
El evangelio de hoy nos permite ver la fe cristiana como una Corriente de amor entre Dios y nosotros: esta Corriente divina que podemos llamar Espíritu Santo, parte de Dios Padre, enciende chispas del amor divino en quien abre su corazón y con irresistible atracción lo lleva a Jesús, el Hijo de Dios que al entregar su vida por nosotros nos colma de vida divina.
Por ello Jesús, antes de su muerte y resurrección en un acto extremo de amor por nosotros se hizo Pan para que cuando nos alimentáramos de Él, recibiéramos Su vida resucitada y pudiéramos vivir como El. Es esto lo que con amor entrañable, Jesús nos recuerda hoy “Quien come de este Pan tiene vida eterna y Yo lo resucitaré en el último día. Hnos., en nuestra fe cristiana Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y Eucaristía son inseparables.
Preguntémonos: ¿Cómo acojo este misterio inefable del amor de Dios concentrado en Jesús? ¿Recibo con corazón limpio y fe viva la comunión eucarística? ¡Jesús, haznos amar la Eucaristía, expresión más sublime de nuestra fe cristiana!.
Oremos: Amado Jesús, con el Bautismo nos hiciste entrar en la Corriente de vida divina que empezó a correr en el mundo con tu Resurrección, y con la Eucaristía la haces crecer en nosotros. Gracias Señor ¡
Recordemos:Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente. Y el pan que voy a dar es mi carne, para la vida del mundo”.
Actuemos: Antes de acercarme a la comunión eucarística examino mi conciencia: si tengo sentimientos de odio o comportamientos contrarios a Dios, busco el sacramento de la confesión, o me arrepiento con el propósito de confesarme para recibir al Señor con el corazón purificado.
Profundicemos: La Eucaristía es el Sacramento de la comunión, que nos hace salir del individualismo para que vivamos nuestra fe dándonos la mano unos a otros. Papa Francisco