13 de septiembre

 

“Les digo que ni en Israel he encontrado tanta fe” (Lc 7, 9)

 

El evangelio de este día nos presenta la sorprendente visita de Jesús a un centurión romano en la ciudad de Cafarnaún, el cual gozaba de gran estima entre sus habitantes por haber promovido la construcción de la sinagoga. Los ancianos del pueblo al enterarse que tenía un criado muy enfermo, acuden a Jesús para que lo sane. Jesús acoge su llamado y acepta ir a la casa del centurión romano para curarlo. Pero al estar cerca de su casa, el centurión manda a sus amigos a decirle a Jesús que no se siente digno  de recibirlo: Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano”. Palabras que revelan la fe y el respeto que este hombre pagano siente por Jesús al no querer ejercer sobre él, la autoridad que tiene hacia sus soldados: “Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: ‘Ve’, y va; al otro: ‘Ven’, y viene; y a mi criado: ‘Haz esto’, y lo hace”. Respuesta que lleva a Jesús a elogiar su fe y a ponerlo como ejemplo: “Les digo que ni en Israel he encontrado tanta fe”. Pidamos al Señor, en este día una fe humilde y sincera como la del centurión romano, capaz de acercarnos a Jesús pese a no sentirnos muchas veces dignos de él. Una fe que nos lleve a cruzar las fronteras de nuestros prejuicios sociales o culturales, para reconocer en Jesús nuestra única fuente de vida y salvación.

 

Reflexionemos:

¿Qué enseñanza nos deja la fe del centurión romano?, ¿cómo podemos fortalecer mucho más nuestra confianza en Jesús?

 

Oremos:

Enséñanos, Señor, a confiar en ti como el centurión romano. A no imponerte aquello que queremos, sino a ser personas dóciles y sencillas, que sepan darte a cada momento, el espacio que necesitas para obrar en nuestra vida. Amén.

 

Recordemos:

Cuando abrimos sinceramente nuestra vida y nuestro corazón a Dios, él nos da gratuitamente aquello que más necesitamos.

 

Actuemos:

Retomemos en este día las palabras del centurión romano y repitámoselas al Señor desde el fondo del nuestro corazón, pidiéndole que aumente mucho más nuestra fe.

 

Profundicemos:

Los santos fueron personas de fe que abrieron su vida y su corazón a cada momento a Dios. Sus vidas nos enseña a confiar en él, con la humildad y la sinceridad del centurión romano (Libro: Los santos de cada día).

 

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