“Permanezcan en mi amor” (Jn 15, 10)
Hoy Jesús nos enseña que la mejor manera de permanecer unidos a él, es a través de la puesta en práctica de sus enseñanzas. Enseñanzas que tiene su mayor expresión en el amor oblativo que Él tiene hacia nosotros: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado”. Un amor que nos es dado gratuitamente en Jesús y nos permite reconocer a Dios como un Padre cercano a nuestra vida y necesidades: “A ustedes los llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre se lo he dado a conocer”. Gracias a este amor, podemos dar fruto y conducir a otros al encuentro con Dios, a través de nuestra acogida, fraternidad y solidaridad. Pidamos al Señor la gracia de aprender a salir cada vez más de nosotros mismos, para amar como él y reflejar con nuestra vida y acciones el rostro amoroso y misericordioso de Dios.
Reflexionemos:
¿Cómo llevamos a nuestra vida las enseñanzas de Jesús?, ¿qué frutos estamos llamados a dar en este tiempo que resta de Pascua?
Oremos:
Gracias, Señor, por invitarnos a hacer de nuestra vida una ofrenda de amor y servicio a los demás. Gracias por mostrarnos que el amor que procede de tus enseñanzas, nos fecunda en la medida en que somos capaces de abrirnos con gratuidad a las necesidades de los demás. Amén.
Recordemos:
La mejor manera de permanecer unidos a Dios es por medio de sus enseñanzas.
Actuemos:
Solidaricémonos en este día con alguna persona que pase dificultades, confortémosla y ayudémosla desde las posibilidades que tengamos a nuestro alcance.
Profundicemos:
La oración nos permite experimentar el amor de Dios en nuestra vida y disponer nuestro interior para compartirlo y hacerlo visible en los gestos concretos de cada día (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva).