“Te aseguro que el que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios” (Jn 3, 5)
La Pascua nos recuerda la importancia de abrirnos, desde nuestra experiencia de fe, a una nueva en Cristo. Hoy Jesús se lo recuerda a Nicodemo al invitarlo a ser una persona nueva en Dios: “De la carne nace lo carnal; en cambio, del Espíritu nace lo espiritual”. Nacimiento que implica en primer lugar un proceso de conversión que nos lleve a reconocer todo aquello que es preciso dejar atrás, para abrirnos a los valores del Reino. Así mismo, a confiar a Dios el rumbo de nuestra existencia dejándonos conducir por su Espíritu, alimentándonos cotidianamente de su Palabra y acogiendo la novedad que el seguimiento a diario nos presenta. Pidamos al Señor, que en este camino pascual que estamos recorriendo podamos abrirnos a una vida nueva en el espíritu, que nos lleve a transformar cada vez más aquellas actitudes que nos llevan a privilegiar el éxito, el poder o el reconocimiento, para abrirnos a los valores del amor, el servicio, la compasión y la entrega generosa que nos comunica el resucitado.
Reflexionemos:
¿Qué actitudes personales necesitamos transformar para abrirnos a una vida nueva en Cristo?, ¿cómo podemos dejarnos guiar por su Espíritu?
Oremos:
Ayúdanos, Señor, a nacer a la vida nueva que nos comunicas con tu resurrección. Que iluminados por tu Espíritu, podamos hacer de los valores del Reino, los referentes centrales que animen nuestra existencia. Amén.
Recordemos:
Nacer del Espíritu es abrirnos a la vida nueva que nos comunica Jesús con su resurrección.
Actuemos:
Pongamos en práctica a lo largo de esta jornada alguno de los valores del Reino que nos lleven a solidarizarnos con quienes viven a nuestro lado.
Profundicemos:
El resucitado infunde sobre nosotros su Espíritu para darnos valor en las situaciones difíciles que atravesamos y abrirnos a la vida del Reino (Libro: Espiritualidad de la vida diaria).