“Dichoso el vientre que te llevo. “Mejor, dichosos los que escuchan la Palabra de Dios”
(Lucas 11, 27-28)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En este breve relato nos encontramos con dos bienaventuranzas, una frente a otra. La primera elogia a la Virgen, la madre de Jesús. La segunda elogia, no ya la Palabra de Dios, sino a quienes escuchan esa Palabra y la ponen en práctica. Es decir elogia a quienes viven de acuerdo con lo que nos dice Dios mediante su Palabra, que es Jesús. El Maestro Meister Eckhart explicando este texto, que María es más bienaventurada como” creyente” que como “madre”. Es decir, lo que cuenta, para valorar a María, no es su categoría por haber dado a luz a Jesús, sino por haber escuchado la Palabra de Dios y haber vivido de acuerdo con lo que dice y exige Dios.
Solo cuando escuchamos la Palabra de Dios, hacemos nuestra esa Palabra y la traducimos en “proyecto de vida”, entonces es cuando se muestra no solo “el ser humano” que somos, sino que entonces es cuando “somos humanos”, con la originalidad y la belleza que especifica lo propiamente humano.
Nuestra vida cristiana se alimenta de la escucha de la Palabra de Dios y de su puesta en práctica.
Oremos: Padre de bondad, tu que escogiste a María para ser la madre de tu Hijo, concédenos, con su ejemplo, escuchar atentamente tu Palabra y ponerla en práctica cada día de nuestra vida.
Recordemos: “Dichoso el vientre que te llevo. “Mejor, dichos los que escuchan la Palabra de Dios”
Actuemos: ¿Somos creyentes que escuchamos la palabra de Dios en la voz de los que hoy sufren?
Profundicemos: Me maravillo ante el poder de la respuesta de Jesús. La grandeza de María viene de su apertura y obediencia a la Palabra de Dios.