“Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a ustedes”
(Lucas 11, 15-26)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
En el Evangelio vemos a Jesús haciendo uno de los signos que evidencian la presencia del Reino: la expulsión del demonio. Los demonios han de ser entendidos como representación del mal, que oprime y quita la dignidad al ser humano; por eso Jesús los expulsa. Nosotros como seguidores de Jesús, estamos también llamados a combatir las estructuras injustas e inhumanas de las que muchas veces somos cómplices, aun cuando esto genere contradicción y rechazo.
Podemos preguntarnos ¿Qué tanto le estamos ayudando a Dios a luchas contra el mal?
En la celebración de Nuestra Señora del Rosario, pidamos por todos los misioneros del mundo, para que con el amor y el ejemplo de María, sigan llevando la buena noticia y generen una fraternidad universal.
Oremos: Señor concédenos la fe necesaria que nos permita alejarnos de vivir un cristianismo rutinario.
Recordemos: “Si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a ustedes”
Actuemos: ¿Reconocemos que solo la fe en el Señor nos abre las puertas de la salvación? Que acciones prácticas nos ayudan a combatir el mal en nosotros mismos y en la sociedad?
Profundicemos: El cristiano no puede ser pasivo o ausente, respecto de la misión del Evangelio de Jesús en el mundo. Si de verdad tiene fe y la vive, le compromete. Solo se comprende bien aquello que uno ama y vive personalmente.