5 de febrero

“Ustedes son la luz del mundo”

(Mateo 5, 14)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

“Ustedes son sal de la tierra” no se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón sino para ponerla en el candelero de manera que alumbre a todos los de la casa.

Para comprender estos símbolos, tengamos en cuenta que la ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de alianza. La luz en cambio era para Israel, el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo.

“Ustedes son la luz del mundo. Que bien nos hace tener en cuenta esta afirmación de Jesús en nuestra sociedad, donde la corrupción campea a sus anchas y donde nuestro ser y obrar con rectitud pueden contribuir en la construcción de un mundo más justo y más humano.

 

Reflexionemos: Tanto ayer como hoy estamos invitados por Jesús a ser sal de la tierra y luz del mundo. La sal es un medio que purifica, que preserva de la corrupción, que da sabor. La luz es el Señor. El evangelio nos empuja a preguntarnos: ¿cómo es nuestra luz interior y como es nuestro ser sal en la en medio de nuestra familia, en nuestro ambiente de trabajo y en la sociedad?

 

Oremos: Te pedimos Señor, que nuestra relación contigo no se quede en el mero cumplimiento de las prácticas religiosas, sino que comprendamos que para ser sal lo importante no es el protagonismo sino las buenas obras. Amén. 

 

Recordemos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la salarán?

 

Actuemos: La honestidad y transparencia serán mi aporte en la construcción de una sociedad más justa.

 

Profundicemos: En las tinieblas brilla como una luz, el que es justo, clemente y compasivo, dichoso el que se apiada y presta y administra rectamente sus asuntos. Sal 111 (Libro: La dinámica del acompañamiento).

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