Andaban como ovejas sin pastor
(Marcos 6, 30-34)
Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida.
El Evangelio nos permite contemplar hoy el corazón del Señor. Observemos las actitudes con las cuales Jesús mira a las personas: vio, sintió compasión, se puso a enseñar; la mirada de Jesús no se queda en la apariencia porque él ve con los ojos del corazón, por ello su mirada es bondadosa y penetrante; y puede percibir de inmediato el cansancio, la tristeza, el dolor y la necesidad de las personas , pero también la fe y la bondad que llevan en el alma; por ello lleno de compasión les ofrece lo que están necesitando.
A los discípulos agotados por la misión les ofrece posibilidad de descanso y a la multitud que ve desorientada se dedica a enseñarles. Jesús tiene siempre su mirada dirigida en dos direcciones el Padre y nosotros, pero el fondo acaba siempre en nosotros puesto que el Padre tiene fijo allí su corazón.
Reflexionemos:
A nosotros nos corresponde tener abierto el corazón para acoger las expresiones incontables de su ternura misericordiosa ¿Albergo esta certeza en mi corazón? ¿Tengo puesta mi confianza en el Señor o me dejo habitar por la angustia?
Oremos:
Gracias Jesús Pastor bueno, tu nos acompañas con amor a cada paso y estas pronto a levantarnos si caemos. Enséñanos a confiar sin reservas en tu amor. Amén.
Recordemos:
Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Actuemos:
Alimento la certeza de que el Padre Dios me acompaña a cada paso y dependo de Él con confianza filial.
Profundicemos:
Señor dame la docilidad y la gratitud de la oveja que nunc a abandona a su Pastor.