“Jesús, al igual que Elías y Eliseo, no fue enviado solo a los judíos”
(Lc, 4, 24-30)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Iniciando la tercera semana de Cuaresma, la Palabra de Dios nos introduce en el misterio pascual de Jesús, que de alguna forma estuvo presente a lo largo de su vida terrena. Hoy lo encontramos en Nazaret, su pueblo de origen donde no pudo hacer muchos milagros por la falta de fe de sus paisanos: “Y Jesús les dijo abiertamente: ‘Ningún profeta es bien recibido en su patria’”, poniendo como ejemplo los profetas Elías y Eliseo.
Las palabras directas y claras de Jesús enfurecieron a sus oyentes hasta el punto de intentar eliminarlo. ¿Por qué Jesús es rechazado en su pueblo? En el fondo ellos no aceptaban la imagen de Dios que Jesús presentaba: un Dios que ama también a los que nos son de su raza, a los de afuera; un Dios que no discrimina a nadie, no pone fronteras y acoge con la misma ternura a judíos y griegos, justos y pecadores; y muestra especial predilección por los que son marginados y excluidos: su amor es universal, gratuito, sin medidas y sin condición.
¡Qué fácil es cerrar el corazón a la novedad de Dios cuando estamos apegados a nuestros criterios!
Reflexionemos: ¿Qué imagen tengo de Dios? ¿He experimentado su amor gratuito, misericordioso y compasivo? ¿Vivo una relación de amor y de confianza filial con Él? ¿Qué siento que hoy me pide en su Palabra?
Oremos: Gracias Jesús, porque aunque nos resistimos a tu amor nos sigues amando y no te cansas de esperar que volvamos a ti; ayúdanos a acoger la novedad de vida que has traído al mundo y que en este tiempo de gracia nos ofreces en abundancia. Amén.
Actuemos: Hoy quiero examinar mi modo de relacionarme con Dios, para descubrir lo que me impide amarlo de todo corazón y amar a los hermanos que coloca a mi lado.
Recordemos: “Puedo asegurarles que en Israel había muchas viudas en los días de Elías… Sin embargo a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en tiempo de Eliseo, sin embargo ninguno de ellos fue curado sino Naamán el Siro”.
Profundicemos: “No se puede pretender seguir fielmente a Jesús sin provocar alguna reacción de crítica, incomprensión o rechazo” (Antonio Pagola).
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