30 de octubre

 “A esta, que es hija de Abrahán, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día sábado?”

(Lc 13, 10-17)

 

El sábado, día de descanso del mundo judío, Jesús enseña en la sinagoga, sin embargo, la acción que viene ejecutada a continuación es la que causa indignación en el jefe de la sinagoga, porque precisamente había curado en día sábado y la razón es aún más fuerte cuando colocando en evidencia los días de la semana, la mujer no acudió en uno de ellos para ser curada. La lectura del texto en su contexto coloca en evidencia varias realidades, la contraposición de los gestos sanadores de Jesús y el cumplimiento de la ley, según el mundo judío ligado al círculo de la sinagoga. La norma y el principio son fundamentales, sin embargo, ellos no pueden atacar o aplazar el momento de la manifestación de la gracia de Dios, y eso precisamente fue lo que sucedió a Jesús y la mujer encorvada, para ella ese era el día de gracia, de la manifestación de Dios en su vida. Desde el contexto judío, la tradición y la ley el sábado era el día sagrado, según el cual no estaban permitidas una serie de acciones, sin embargo, la implicación social es mucho más profunda, la mujer por su enfermedad y por ser mujer ya es rechazada del mundo normal de las relaciones del entorno cultural judío, al curarla Jesús en sábado, la mujer restituye el derecho de sus relaciones sociales normales y este incorporarla de nuevo al ambiente normal es lo que causa problema porque el reconocimiento no se ha ce a través de la ley misma, el rito de purificación sino del derecho que como persona le es reestablecido. De hecho, el reproche de Jesús: “hipócritas: cualquiera de ustedes, ¿no desata en sábado su buey o su burro del pesebre, y lo lleva a abrevar? Coloca en evidencia ante los ojos de los judíos el derecho que, si a los animales le es merecido, como no era posible que le sea devuelto a la mujer, de la misma condición humana y descendencia de ellos: hija de Abrahán.

 

Reflexionemos: En el caminar de nuestra vida también nos puede suceder como los contemporáneos de Jesús, que, ofreciéndonos la gracia de la curación, la dignidad de nuestra condición no siempre la valoramos como don porque a través de las diversas dinámicas y actitudes se continúa justificando el camino encorvado.

 

Oremos: Jesús Maestro, Camino, Verdad y Vida, que no tenga miedo de acercarme en todo tiempo y lugar a tu gracia que restablece mi camino conforme a la dignidad del amor originario que me ha traído a la vida. Amén.

 

Actuemos: Soy de las personas que ayudó a sanar las heridas y liberar o de los que critico las acciones buenas y bondadosas.

 

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