3 de Septiembre

“El Hijo del hombre es señor del sábado” 

(Lc 6, 5)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En el evangelio de hoy, Jesús vuelve a ser nuevamente criticado por los fariseos por no cumplir las prescripciones religiosas del ayuno. Pese a ello, aprovecha la oportunidad para denotar como desde siempre, las necesidades humanas y el valor de la vida, han estado antes que las prescripciones rituales religiosas, a través del ejemplo de David y sus hombres: Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros”. Pidamos al Señor, en este día la gracia de vivir una espiritualidad que tenga como centro el valor y la dignidad de la vida humana, que no se quede solo en ritos externos y vacíos, sino que se comprometa con las necesidades de los demás.

 

Reflexionemos: ¿Cómo podemos vivir una fe más auténtica y comprometida con los demás?

 

Oremos: Enséñanos, Señor, a vivir una fe más comprometida con las necesidades de quienes nos rodean. Una fe que ponga en primer lugar la vida y la dignidad de las personas. Amén. 

 

Recordemos: Jesús nos llama a vivir una fe sincera que influya positivamente en la vida de quienes nos rodean.

 

Actuemos: Meditemos en esta jornada si nuestra fe trasciende los ritos religiosos para comprometerse con las necesidades reales de quienes nos rodean.

 

Profundicemos: Una fe auténtica es aquella que es capaz de llevar a los gestos concretos de cada día, las enseñanzas del Evangelio (Libro: El camino de la fe).

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