“Vendrán muchos de oriente y occidente al banquete del reino de los cielos” (Mateo 8, 11)
El evangelio nos permite ver hoy cómo Jesús acoge con ternura a un centurión romano que viene a suplicarle sanación para su criado enfermo. Y Jesús, al instante se dispone a irse con él; pero el centurión conmovido le responde: no soy digno de que vengas a mi casa, basta que lo digas de palabra y mi siervo quedará curado.
Al ver tanta humildad y tanta fe en uno que no era de su raza, Jesús dice con asombro: “Vendrán muchos de oriente y occidente al banquete del reino de los cielos”; con estas palabras Jesús afirma que el Reino de los cielos está destinado a todos los pueblos de la tierra.
Qué hermoso constatar cómo Jesús sabe admirar la belleza que hay en cada corazón y acoge a todos con amor.
Reflexionemos:
Me pregunto: ¿Mi corazón está abierto a todas las personas? ¿Deseo que todos conozcan a Jesús y oro para que nadie quede fuera de su Reino? ¡Ensancha Señor mi corazón!
Oremos:
Jesús Tu eres el Salvador de la humanidad, ensancha mi corazón para coger a todos como hermanos y haz que pueda contribuir en la extensión de tu Reino. Amén!
Recordemos:
«pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»» Lc.19 -10
Actuemos:
Acojo con amor y respeto a las personas que piensan y sienten de forma diferente a la mía.
Profundicemos:
El amor de Dios llega a todo el que se deja tocar por Él; es una llamada inclusiva, nadie queda al margen de la propuesta de Jesús a la unión íntima con Él.
Santa Teres de Ávila 26CV 30,7.