26 de Febrero

    “El que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él”

(Marcos 10, 13-16)

Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida

En solo cuatro versículos Jesús nos da un mensaje claro  y profundo. Alguien, tal vez las mamás, conociendo a Jesús, le llevaron a sus pequeñuelos ara que los tocara. Pero los discípulos los apartaban de él; “No estaba bien importunar al Maestro trayéndole niños”. Es bueno recordar que los niños en tiempo de Jesús eran considerados nada.

¿Cuál fue la reacción de Jesús? El texto nos dice que “Jesús se enojó. Para El los niños tenían un puesto especial en su corazón porque son sencillos, dependen de  otros, y no tienen barreras con nadie. Por ello, dijo a los discípulos: “Dejen que los niños vengan a mí, porque el Reino de Dios es de quienes son como ellos”.

¡Qué modo tan lindo de afirmar no sólo que los niños valen, sino que Él es el Reino de Dios y por eso los niños pueden acercársele. Y además de pedir que los dejen  venir a Él, los pone como modelo de quienes buscan el Reino de Dios.

Reflexionemos:

Preguntémonos: ¿Qué actitudes nos permiten entrar en el Reino de Dios? ¿Tengo esas actitudes? Señor haznos como niños.   

Oremos:

Señor gracias por indicarnos claramente que para entrar en tu Reino tenemos que ser como niños; danos un corazón niño para ser de tu agrado. Amen

Recordemos:

Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

Actuemos:

Trataré de actuar estar abierto a todos y actuar  con sencillez de corazón

Profundicemos:

Ser como un niño en sentido espiritual no significa ser crédulo o fiarse inocentemente de todo, sino evaluar, contrastar y saber dónde puede uno poner su confianza: más que en el hombre, en Dios mismo.

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