“El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35)
Saber comprender cuál es la voluntad de Dios y cómo llevarla a nuestra vida, es quizás una de las preguntas que más desafía nuestra experiencia de fe. En gran medida, porque hemos vinculado dicha voluntad al cumplimiento de una serie de tradiciones religiosas que no nos ayudan a descubrir el mensaje de salvación que Jesús quiere revelarnos. El evangelio de este día nos ayuda en este cometido y nos enseña que la voluntad de Dios radica en formar parte de la familia de Jesús, es decir, ser sus seguidores íntimos y más cercanos, aquellos que como María escuchan de cerca sus enseñanzas, la contemplan y la encarnan en la vida de cada día. Pidamos al Señor que ante la crisis que continuamos viviendo por el coronavirus, nosotros sepamos encontrar en su Palabra un medio eficaz para mantener la fe y comprometernos con la defensa de la vida a través del cuidado responsable y la protección que podamos brindar a quienes están a nuestro lado. Que en las pequeñas acciones de amor y cuidado que podamos prodigar a favor de los demás, reflejemos las enseñanzas de Jesús.
Reflexionemos:
¿Llevamos a la vida de cada día las enseñanzas del evangelio?, ¿Cómo podemos crecer en nuestra escucha cotidiana de la Palabra de Dios?
Oremos:
Enséñanos, Señor, a conocer tu voluntad. A escuchar con atención tu Palabra, acoger tus enseñanzas y esforzarnos por llevarlas a nuestros pensamientos, palabras y acciones. Que a través de ellas, formemos parte de la familia de los hijos de Dios. Amén.
Recordemos:
La escucha atenta de la Palabra nos ayuda a discernir la voluntad de Dios.
Actuemos:
Revisemos en esta jornada nuestros pensamientos, palabras y acciones; miremos si son conforme o no, a las enseñanzas de Jesús.
Profundicemos:
Abrir nuestra vida y nuestro corazón a la voluntad de Dios requiere de largos tiempos de oración y de escucha atenta de la Palabra diaria (Libro: Evangelio Palabra de Vida).
