“Proclamen el Evangelio a toda la creación”
(Mc 16, 15-20)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La liturgia de este día nos invita a orar el don de la Palabra contemplando el testimonio de San Marcos, evangelista, un apóstol testigo de la Resurrección, de hecho, el Evangelio que escuchamos es propio de este ambiente pos pascual. Las apariciones de Jesús a los once, es decir, la comunidad de los apóstoles, tiene como centralidad del anuncio el envió misionero: “Vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio a toda la creación”. De esta experiencia misionera realizada y vivida por la comunidad apostólica, dan testimonio los Hechos de los Apóstoles, para quienes el mandato misionero no solo se constituía en un imperativo, sino que a la vez se encarnaba y se hacía vida.
En este ambiente volvemos a encontrarnos con la insistencia del dinamismo de estos días que hemos venido orando y reflexionando en San Juan: “el que crea”, sin embargo, en el contexto de la comunidad de San Marcos, el creer lleva a un dinamismo fundamental en la vida del cristiano: El bautismo, el cual marca la iniciación de un camino discipular que se dará durante toda la vida, incluso hasta vivir la misma suerte del Maestro, el martirio. Por tanto, el bautismo no sólo indica un camino de iniciación cristiana sino una adhesión de la persona que la lleva a ser testimonio en la comunidad. El evangelista describe estos signos con acciones específicas, los cuales son frutos del Espíritu y se encarnan en las realidades concretas que viven los apóstoles y discípulos y hoy están determinados por los lugares y ambientes de misión. En el contexto de la comunidad apostólica de Marcos estos signos son: la expulsión de demonios, el hablar lenguas nuevas, la liberación del mal sin que éste haga daño, la imposición de manos a los enfermos. Después de esta aparición San Marcos afirma que Jesús regresó a su Padre: “el Señor subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios”; la misión del Hijo había concluido y ahora los apóstoles y discípulos vivirán y encarnarán la misión en todo tiempo y lugar donde el mensaje sea llevado y proclamado.
Reflexionemos: En la experiencia de la misión que vivo desde mi vocación específica ¿con quienes comparto este mandato misionero de Jesús hoy: “vayan por todo el mundo y proclamen el Evangelio?
Oremos: Jesús Maestro Camino, Verdad y Vida, gracias por el don de mi vocación y misión específica que has puesto en mis manos. Que sintiendo la gracia de tu Espíritu no tenga miedo de anunciarte y ser testigo de tu Reino.
Actuemos: San Marcos fue llamado como apóstol y evangelista, y yo ¿a qué misión he sido llamado y cómo la vivo?
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