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26 de Abril

Escucha La Palabra de Dios para cada día

 

Primera Lectura

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 8, 1b-8

Después de la muerte de Esteban, se desencadenó una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Y todos se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría, a excepción de los apóstoles. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron grandes lamentaciones por él. En cuanto a Saulo, devastaba la Iglesia; yendo de casa en casa, a la fuerza se apoderaba de hombres y mujeres y los metía en la cárcel. Y al irse dispersando, los creyentes iban predicando el Evangelio. Felipe bajó a la capital de Samaría y empezó a predicarles a Cristo. Todos a una seguían con gran atención lo que decía Felipe, porque oían hablar de los milagros que hacía y los estaban viendo. Pues de muchos poseídos salían los malos espíritus lanzando gritos, y muchos lisiados y cojos quedaron curados. Así hubo gran alegría en esa ciudad.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

 

Salmo responsorial 65, 1-3a. 4-7a

R. Aclama al Señor, tierra entera.

Aclama al Señor, tierra entera, toquen en honor de su nombre, canten himnos a su gloria. Digan a Dios: “¡Qué temibles son tus obras!” / R.

“Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre”. Vengan a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres / R.

Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río. Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente / R.

Aclamación antes del Evangelio (Cf. Jn 6, 40)

Dice el Señor: “Todo el que cree en mí tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 35-40

“Esto es lo que quiere el Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna”

Continuó Jesús diciendo a los judíos en Cafarnaún: “Yo soy el pan que da la vida: quien viene a mí no pasará hambre; quien cree en mí nunca tendrá sed. Pero ya les he dicho que a pesar de haber visto no creen. Todos lo que el Padre me confía vendrán a mí, y al que venga a mí no lo rechazaré, porque yo he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la voluntad del que me envió. Y la voluntad del que me envió es que no deje que se pierda ninguno de los que me dio, sino que los resucite en el último día. Porque esto es lo que quiere el Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día”.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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