“Si no me voy el Paráclito no vendrá a ustedes”
(Juan 16, 5-11)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Celebramos hoy con alegría la fiesta de María Auxiliadora. El primero en llamar a la Virgen María con el título de «Auxiliadora» fue San Juan Crisóstomo, ya en al año 345, cuando dijo: «Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios». Desde entonces, la Virgen María invocada con esta advocación, ha liberado a la comunidad cristiana de tensiones y batallas que amenazaban la fe.
Que María Auxiliadora nos proteja de los peligros que amenazan la autenticidad de nuestra fe. Y nos obtenga el Espíritu Santo; porque como Jesús nos dice hoy, es el Espíritu Santo quien llevará a cumplimiento pleno en nosotros la transformación iniciada en el mundo por Jesús con su manera de vivir. Es por ello que cuando Jesús ve a los discípulos agobiados de tristeza porque El les ha dicho que regresa al Padre, los consuela diciéndoles que El se va para enviarnos el Espíritu Santo que nos ayudará a comprender y vivir todo lo que El con su vida y su palabra nos ha comunicado.
Preguntémonos: Mi fe ¿está centrada en Jesús? ¿Doy importancia a la acción del Espíritu Santo que delicadamente me lleva a alimentar los sentimientos y actitudes de Jesús, para que Él siga amando y donando vida a través de mi? Espíritu Santo ilumínanos y santifícanos!
Oremos: Amado Jesús, gracias de todo corazón porque eres todo para nosotros: Camino, Verdad y Vida, y para que pudiéramos conocerte, amarte y seguirte nos enviaste al Espíritu Santo. Gracias Jesús por tu inmenso amor!
Recordemos: Pero yo les digo la verdad: les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; en cambio, si me voy, se lo enviaré.
Actuemos: Trataré de escuchar las inspiraciones del Espíritu Santo para serle fiel en el seguimiento de Jesús, en compañía de maría su Santísima Madre.
Profundicemos: «Santa María protege a los que están en la necesidad, anima a quien ha perdido la esperanza, fortifica las debilidades, ruega por el pueblo, asiste a los sacerdotes, intercede por las mujeres consagradas, que oigan tu materna ternura todos los que suplican tu ayuda». San Juan Bosco
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