“Yo no puedo hacer nada por mí propia cuenta”
(Jn 5, 30)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La Cuaresma nos lleva a descubrir la estrecha unidad que tenía Jesús con el Padre y a reconocer que nosotros desde las diferentes realidades que vivimos, también podemos cultivarla. Unidad que nace de la experiencia de sentirse hijo amado de Dios, conocer sus misterios y esforzarse por obrar conforme a su voluntad: “Yo no puedo hacer nada por mí propia cuenta. Yo juzgo según lo que oigo al que me envió, y mi juicio es justo, porque no sigo mi propia voluntad sino la de Él”. Unidad que si bien le permite actuar desde Dios lo pone en confrontación con las autoridades religiosas de su tiempo. Tal vez para nosotros hoy sea desafiante cultivar esta misma unidad con Dios, por que nos exige no solo salir de nosotros mismos, sino también como Jesús, hacer oídos sordos a las críticas negativas de quienes confrontan nuestra fe. Pidamos al Señor en este día, el valor de superarlas y la gracia de vivir cada instante de nuestra vida en unión con Dios.
Reflexionemos: ¿Cómo podemos fortalecer nuestra unión con Dios en este tiempo de Cuaresma?, ¿Cómo reaccionamos a las críticas negativas que nos hacen los demás?
Oremos: Ayúdanos, Señor, a unir cada vez más nuestra vida a Dios, a experimentar su ternura, su amor, su bondad y dejarnos conducir por su voluntad. Amén.
Recordemos: Dios nos ama infinitamente y por eso nos llama a unir nuestra vida a Él como Jesús.
Actuemos: Revisemos en este día la relación que vivimos con Dios y meditemos la manera cómo podemos fortalecerla.
Profundicemos: La mejor manera de unir nuestra vida a Dios es a través de la escucha y la oración (Libro: La oración. El respiro de la vida nueva).