«Ustedes ahora tienen tristeza… pero volveré a verlos y su tristeza se convertirá en alegría»
(Jn 16, 20)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Jesús, sigue demostrando que quienes estamos con unidos a Él aprendemos un modo nuevo de asumir las dificultades y problemas de la vida: “… ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. En el camino pascual de Jesús vivimos en continuo estado de alumbramiento: todo dolor, pérdida o fracaso humano, culmina siempre en gozo y novedad de vida, porque llevamos grabado en nuestro ser el sello indeleble de la resurrección gloriosa del Señor.
Este es el secreto de la alegría cristiana, que no es euforia ruidosa o fruto pasajero de éxitos humanos, sino esa paz profunda del corazón que ve brotar signos de esperanza en medio de cualquier adversidad.
Reflexionemos: Con Jesús nada está perdido: toda noche tendrá su amanecer y todo sufrimiento su fecundidad gozosa. ¿No recuerdas cuántas puertas se han abierto después de un error o un fracaso reconocido con humildad y asumido en la esperanza? ¡Tú victoria sobre el mal Señor, es la Fuente de nuestra alegría!
Oremos: Señor, sentimos tu presencia viva entre nosotros, pero a veces nos parece estar solos; no obstante, tenemos la certeza que, gracias a tu Santo Espíritu estás siempre con nosotros, arraiga en nuestro corazón esta certeza que mantenga viva nuestra esperanza. Amén.