20 de mayo

“El Padre los quiere, porque ustedes me quieren a mí y creen que Yo Salí de Dios”

(Jn 16, 20)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Jesús, sigue demostrando que quienes estamos con unidos a Él aprendemos  un modo nuevo de asumir las dificultades y problemas de la vida: “… ustedes estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría. En el camino pascual de Jesús vivimos en continuo estado de alumbramiento: todo dolor, pérdida o fracaso humano, culmina siempre en gozo y novedad de vida, porque llevamos grabado en nuestro ser el sello indeleble de la resurrección gloriosa del Señor. 

Este es el secreto de la alegría cristiana, que no es euforia ruidosa o  fruto pasajero de éxitos humanos, sino esa paz profunda del corazón que ve brotar signos de esperanza  en medio de cualquier adversidad.

 

Reflexionemos: El amor del Padre por nosotros en Jesús su Hijo, es la fuente de nuestra seguridad y plenitud de alegría plena. Es bueno preguntarnos: ¿A quién recurro en los momentos de oscuridad o sufrimiento? ¿He puesto toda mi seguridad en el Señor y en Su Palabra? ¡Gracias Jesús porque siempre estas intercediendo por nosotros!  

 

Oremos: Señor, Jesús, te alabamos, te bendecimos y te damos gracias porque eres nuestro hermano y salvador. ¡No hay seguridad más grande que contar contigo; no hay mayor alegría que acudir a ti! Danos el gozo de confiar sin reservas en tu amor. Amén.    

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