19 de Abril

La Magdalena vio a Jesús de pie, pero sin saber que era Jesús. Él le dijo: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”.

(Juan 20, 11-18)

 

Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida

Hermanos, hemos celebrado con gozo y esperanza la Pascua del Señor; su victoria sobre la muerte nos ha dejado en el alma la certeza que en El y con Él podemos vencer cualquier dificultad, sufrimiento y hasta la misma muerte. ¡Alegrémonos!

La luz radiante de Jesús resucitado ilumina el horizonte de la humanidad que se haya envuelta en tantas sombras de incertidumbre, pronósticos oscuros, guerras y temores. El Señor está vivo entre nosotros, en toda situación que vivimos nos precede, nos espera y para hacernos entrar en el ambiente nuevo de esperanza, alegría, fraternidad  que con su resurrección nos ha traído.        

 

Reflexionemos:

Preguntémonos: ¿Lo creo de todo corazón?  ¿Qué me impide reconocer su presencia?. Que el Espíritu Santo abra los ojos de nuestro corazón y para que como María Magdalena tengamos la dicha de escuchar que Jesús nos llama por nuestro propio nombre. ¡Queremos verte Señor!    

  

Oremos:

Señor, que conociendo la fragilidad de nuestra fe y la necesidad honda que tenemos de Ti vienes a cada paso a nuestro encuentro; ayúdanos a reconocerte vivo  a nuestro lado. Amén 

 

Recordemos:

Ella contestó: “Porque se llevaron a mi Señor, y no sé dónde lo pusieron”. Al decir esto, volvió la vista y vio a Jesús de pie, pero sin saber que era Jesús. Él le dijo: “¡María!”. Ella se volvió y le dijo en arameo: “¡Rabbuní!” Maestro.

 

Actuemos:

Acojo con alegría la fe de los primeros testigos de la resurrección  y acojo a Jesús que desde el Bautismo  está vivo en mi corazón y me acompaña a cada paso. 

 

Profundicemos:

La experiencia del Resucitado es la respuesta a un llamado. Es en el reconocimiento de su voz que se da el verdadero reconocimiento de Jesús. Esta voz nos llama en todas las circunstancias de nuestra vida;  si tenemos viva la llama del amor, estaremos en capacidad de leer en los signos la presencia viva del Señor que siempre está con nosotros.

 

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