11 de Diciembre

 

Elías ya vino, y no lo reconocieron

 (Mateo 17, 12)

 

Permitamos que la Palabra del Señor toque nuestra vida

Iniciamos hoy la tercera semana de Adviento: se reaviva nuestra esperanza y comenzamos a presentir la alegría del  Señor que viene a participarnos su vida divina y hacernos entrar en el mundo de Dios. El evangelio de hoy quiere ayudarnos a prepararnos a la venida de Jesús con un corazón purificado, que pueda reconocer su presencia y acoger su amor.

En el momento luminoso de  la transfiguración Pedro, Santiago y Juan contemplaron la divinidad de Jesús y comenzaron a comprender que en El todas las profecías han alcanzado su pleno cumplimiento: por ello le preguntan sobre la venida de Elías que habría de precederlo. Jesús les explica que Elías ya vino en la persona de Juan Bautista, pero el pueblo no solo, no supo reconocerlo, sino que al no soportar la fuerza divina que tenía su palabra, lo eliminó;  y añade, que del mismo modo tratarán al Hijo del Hombre. Jesús es consciente que también El será rechazado y ejecutado; pero no desiste de su amor entrañable que lo llevará a entregar su vida por nosotros.

Jesús ya está en medio de nosotros, es más: cada uno de nosotros lo lleva vivo dentro de su corazón, pero Él no se encarnará en nuestra vida, si tú y yo no le damos espacio dentro de nosotros. Es necesario vaciarnos, renunciar a nuestros intereses egoístas para que Jesús pueda habitar en nuestra  mente, en nuestra libertad y en nuestro corazón.

 

 

Reflexionemos:

¿Estoy dispuesto a renunciar a mi mismo para dar espacio a Jesús? ¿Qué siento que necesito dejar para dar cabida a Jesús dentro de mí? ¡Mi corazón te anhela Señor, ayúdame a renunciar a mi egoísmo para que puedas morar dentro de mí!      

 

Oremos:

Gracias Jesús porque sigues viniendo a nuestra vida y tocando a la puerta de nuestro corazón. Ayúdanos a escuchar tu voz, a aceptar tu amor y darte espacio en nuestra vida; Tú eres el sentido y la plenitud de nuestra existencia. ¡Ven Señor Jesús, te esperamos.  

Recordemos:

“Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él lo que quisieron. Así también el Hijo del hombre está a punto de padecer a manos de esa misma gente”.

 

Actuemos:

Hoy me tomo el tiempo para preguntar al Señor qué espacio quiere ocupar en mi corazón y en mi vida, e iniciar con Él un proceso de conversión que me prepare a su venida.

 

Profundicemos:

Tenemos que comprender que nuestro bien más grande es la unión de nuestra voluntad con la voluntad de nuestro Padre celestial, pues sólo así podemos recibir todo su amor, que nos lleva a la salvación y a la plenitud de la vida». Juan XXIII.

 

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