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11 de Abril

María Magdalena les contó a los discípulos que había visto al Señor

y lo que Él le había dicho

 (Juan 20, 18)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Mientras transitamos por éste mundo vivimos muchos momentos de oscuridad, de dudas, de temor, que no nos permiten ver con claridad lo que hay a nuestro alrededor y a veces la incertidumbre de perder algo a quien amamos nos hace constantes en la lucha y la búsqueda del bien del ser amado. Creo que esto le pasó a María Magdalena que en ningún momento se resignó a perder a su Maestro, fue fiel en su amor, en su búsqueda, hasta encontrarlo y esa fidelidad le dio el privilegio de ser la primer testigo en el encuentro con el Resucitado y aunque lo confunde con el jardinero, Jesús la llama por su nombre “¡María!”.  Y en lo profundo de su ser reconoce su voz “¡Rabbuní!” es decir ¡Maestro! Y llena de emoción quiere retenerlo. Pero Jesús le recuerda que el verdadero amor no acapara, deja en libertad y no retiene al otro “Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Vete, más bien, a decir a mis hermanos que ya subo a mi Padre, que también es su Padre, a mi Dios, que también es su Dios”. Ahora sintiendo arder el corazón del reencuentro con quien es la Vida, va a anunciarlo a  todos los hermanos.

 

Reflexionemos: ¿Cómo ilumina María Magdalena en su experiencia de encuentro con el Señor Resucitado, mi camino de discipulado?

 

Oremos: Señor, concédeme claridad interior para reconocerte cuando los ruidos del mundo me indiquen otro rumbo. Amén. 

 

Recordemos: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”.          

                                                                                                                       

Actuemos: Meditaré atentamente los Evangelios de la Resurrección. 

 

Profundicemos: En este día en que la potencia del Espíritu Santo nos crea como hombres nuevos, a imagen del Señor resucitado, y hace de todos nosotros un pueblo santo, un pueblo de hermanos, tomemos la firme decisión de vivir como hijos de un mismo Padre.

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