10 de Junio

“El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adultero”

(Mateo 5, 27-32)

 

 Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Cuando cultivamos en nosotros la humildad de corazón, podemos abrirnos al don  de la Palabra, vivir en comunión con Dios y reconocer nuestras  fragilidades humanas que muchas veces nos llevan a situaciones de pecado. Jesús, hoy nos exige ser radicales para morir a este pecado: “Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo.” o cuando afirma “Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno”, en sus enseñanzas,  Jesús no nos está pidiendo mutilar nuestro cuerpo, sino vivir en la gracia de Dios, pues, la gracia de Dios es mucho más grande que nuestro pecado, su misericordia es eterna. Su pedagogía nos lleva a un estilo de vida más humano. Una vez más en la experiencia de relación, nos deja claro que el proyecto salvífico de Dios es comunitario, esta perícopa nos lleva a un compromiso interior del hombre, específicamente en su corazón, pues ¿de dónde salen los sentimientos de envidia, adulterio, venganza, odio y resentimiento? estos sentimientos afloran en el corazón, es por ello que Jesús nos pide cuidar nuestro corazón y cultivar sentimientos que propicien el proyecto salvífico que Dios tiene para con nosotros. 

 

Oremos: Señor Jesús tu misericordia es infinita y abraza toda la tierra, conserva mi corazón puro. Concédeme la gracia de cultivar en él sentimientos de amor y respeto hacia ti y a las personas. Amén.

 

Recordemos: Pues yo les digo: “El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno” Mt 5, 27-29

 

Actuemos: Antes de acostarnos realicemos un ejercicio de examen de conciencia, meditemos cómo está nuestro corazón frente a Dios. Pensemos si nuestro corazón está puro como lo desea Dios o si por el contrario, conservo en mi corazón cosas que no me permiten vivir plenamente mi seguimiento del Señor. Ante el pecado debo ser radical, la oración es la herramienta fundamental para combatir el pecado y vivir en la gracia de Dios.

 

Profundicemos: Jesús sitúa el pecado en el corazón porque sabe que es allí donde florecen nuestros sentimientos, el pecado nos impide vivir plenamente en la gracia de Dios. Sin embargo, Jesús no nos condena, Jesús no permite que vivamos en el pecado, Jesús nos enseña a cuidar nuestro corazón a través de la oración, las buenas acciones y las palabras. Jesús quiere que todos se salven, es por ello que nos exige ser radicales ante el pecado, dado que, éste no puede manipular nuestra vida, el pecado nos aparta del amor de Dios. No obstante, el pecado no es más fuerte que la gracia, la gracia y misericordia de Dios es más grande que el pecado. Por ello, aquel que vive bajo la gracia de Dios no está sujeto al pecado, el pecado no tiene poder sobre él.

 

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