10 de febrero

“La gente comió hasta quedar saciada”

(Mc 8, 1-10)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

En esta narración Marcos nos presenta la segunda multiplicación de los panes. La primera estuvo dirigida a los judíos, esta se encuentra dirigida a los gentiles. Jesús enseña a todos desde su compasión, desde su sentir misericordia. “Van tres días sin comer”, adelanta la narración de los “tres días” de la resurrección de quien será el alimento que sacia para siempre. Aquí está el desierto, en un campo verde. Los discípulos tienen siete panes, los mismos que fueron repartidos entre todos. Luego vinieron los peces. Finalmente, todos se saciaron y quedaron siete canastos.

Este episodio entre generosidad y número, entre bendición y compartir, sin duda, es una imagen que anticipa el banquete del reinado de Dios. En el corazón del relato escuchamos a Jesús dando gracias, porque se ha podido alimentar a los hambrientos y enseñar a los discípulos a darlo todo.

 

Preguntémonos: ¿De qué manera me dejo interpelar por el clamor de los pobres?

 

Oremos: Señor, que, ante la necesidad de pan, nunca sea indiferente a las necesidades de los demás. Que tu amor y tu ejemplo me muevan siempre a la solidaridad. Amén.

 

Actuemos: Solo una vida puesta al servicio de los demás da fruto (Gandhi).

 

Recordemos: “La gente comió hasta quedar satisfechos”.

 

Profundicemos: Quien escucha atentamente no se negará a dar pan al que lo pida en el nombre del Señor, porque cuando servimos pan al que tiene hambre, lo servimos a Jesús presente.

 

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