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11 de Febrero

Escucha La Palabra de Dios para cada día

Primera Lectura

Lectura del libro del Levítico 31, 1-2. 5. 11

El Señor dijo a Moisés y a Aarón: “Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabeza desgreñada, con la barba tapada y gritando: ‘¡Impuro, impuro!’. Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento”.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Salmo responsorial 31, 1-2. 5. 11

R. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay engaño / R.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado / R.
Alégrense justos, y gocen con el Señor; aclámenlo, los de corazón sincero / R.

Segunda Lectura

Lectura de la Primera Carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 31 – 11, 1

Hermanos: Ya coman, ya beban o hagan lo que hagan, háganlo todo para gloria de Dios. No den motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven. Sean imitadores míos como yo lo soy de Cristo.

L: Palabra de Dios

T: Te alabamos, Señor

Aclamación antes del Evangelio (Lc 7, 16)

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.

Lectura del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45

La lepra se le quitó, y quedó limpio

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: “Si quieres, puedes limpiarme”. Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: “Quiero: queda limpio”. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente: “No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio”. Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a Él de todas partes.

S: Palabra del Señor                                     

T: Gloria a ti, Señor Jesús

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