17 de abril del 2025

“También ustedes deben lavarse los pies unos a otros”

(Jn 13, 1-15)

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

Hemos llegado a los días santos y hoy, Jueves Santo, Jesús realiza un acto de amor lavándole los pies a sus discípulos, acto que realizaban los esclavos con sus dueños. Jesús se abaja, es decir, se hace esclavo, amando hasta el extremo. El Señor está con su grupo de discípulos, los está formando con gestos fuertes de entrega y servicio. No es el poder lo más fuerte, sino el poder del amor que da vida a través del servicio.  Jesús se está entregando en las manos del Padre, se despoja de sus vestiduras, como signo de renuncia, pero luego se las coloca dando a entender que se vacía completamente para recibir la vida del Padre. El amor del Señor para todos, incluso para los que no aman y traicionan, como en el caso de Judas, el traidor; es el amor que perdona, que sana, que se entrega hasta la muerte para luego resucitar glorioso. Esta cena marca la vida del cristiano; es ella el culmen del amor hasta las últimas consecuencias, donde Jesús asume nuestra humanidad y se ofrece en Pan Eucarístico para toda la humanidad.

 

Reflexionemos: ¿Participo en la celebración Eucarística de forma consiente, siendo consciente que en ella está la presencia viva de Jesús que se entrega en su totalidad a cada uno de nosotros?

 

Oremos: Señor Jesús, tú me invitas a tu mesa, lavas mis pies cada día, donde te despojas de ti mismo y me ofreces tu vida para sanarme y llenarme de tu amor. Gracias por el alimento de la Eucaristia que me fortalece y me invita a vivir la fraternidad y la ternura. Amén.

 

Actuemos: Comparto algún alimento con familiares o personas que sé necesitan mi apoyo y ayuda en este momento.

 

Profundicemos“Al mirar en retrospectiva al conjunto del capítulo sobre el lavatorio de los pies, podemos decir que en este gesto de humildad, en el cual se hace visible la totalidad del servicio de Jesús en la vida y la muerte, el Señor está ante nosotros como el siervo de Dios; como Aquel que se ha hecho siervo por nosotros, que carga con nuestro peso, dándonos así la verdadera pureza, la capacidad de acercarnos a Dios” (Papa Benedicto XVI).

 

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