“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”
(Lc 1,26-38)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hoy hacemos memoria de la Bienaventurada Virgen María en la advocación de Nuestra Señora del Rosario, pidamos por todos los misioneros del mundo para que, con el amor y el ejemplo de la Virgen María, sigan llevando la buena noticia a todas partes.
El evangelista nos regala un hermoso relato en la figura de María, mujer que vive conscientemente su fe, y nos presenta los acontecimientos antes del nacimiento del Salvador. Podemos decir que este texto es un relato vocacional. Dios es quien toma la iniciativa, llama y envía a una misión. El mismo nos da los medios para cumplirla ya que Él conoce nuestras limitaciones.
El Ángel, entrando en su presencia le dice: “Alégrate, llena de gracias, el Señor está contigo y preguntaba qué saludo era aquel”. Es el Ángel quien le explica el misterio por medio de la acción del Espíritu Santo.
Lucas quiere mostrarnos quien es la primera discípula evangelizada para aprender a ser discípulos como ella. Estamos llamados a encarnar esta lección, siguiendo el ejemplo de la virgen María.
Preguntémonos: ¿Cuáles pueden ser los rasgos de una Iglesia más mariana en nuestros días?
Oremos: Señor Jesús, gracias por tu amor y tu predilección al llamarnos como María a seguir tus pasos para dejar que la semilla del Reino crezca cada vez más en nuestro corazón. Amén.
Actuemos: Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?
Recordemos: “No temas”. Es la palabra consoladora de Dios. No tengas miedo. Esta experiencia le ayuda a María a estar en el mundo de otra manera.
Profundicemos: “En María reconocemos la ‘sonrisa de Dios’, el reflejo inmaculado de la luz divina; encontramos en ella nueva esperanza incluso en medio de los problemas y los dramas del mundo” (Benedicto XVI).
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