“Cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán”
(Mt 9, 14-15)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Mateo en el Evangelio de hoy nos propone abordar el tema del ayuno. El ayuno es una costumbre muy antigua, Jesús mismo lo practicó durante cuarenta días. Sin embargo, él no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo; les deja libertad. El ayuno es una práctica de austeridad y penitencia, no de tiempos festivos. Jesús, como el novio que concreta la Alianza entre Dios y el pueblo, hace presente el tiempo de fiesta del Reino en el banquete que el Padre ofrece a la humanidad. Por eso, estando junto a Jesús no tenía sentido ayunar. Pero, en su ausencia, la comunidad volverá a ayunar, teniendo siempre presente el sentido que los profetas anunciaron para esta práctica piadosa.
En cuanto al novio, cuando está con ellos no precisan ayunar. Jesús responde con una comparación. En cuanto el novio está con los amigos del novio, esto es, durante la fiesta de bodas, no precisan ayunar. Jesús se considera el novio. Los discípulos son los amigos del novio. Durante el tiempo en que él, Jesús, está con los discípulos, hay fiesta de bodas. Llegará el día en que el novio no estará. En ese tiempo, si ellos quieren, podrán ayunar. En esta frase Jesús alude a su muerte. Sabe y siente que, si continúa por este camino de libertad, las autoridades religiosas querrán matarlo.
Oremos: Señor, irradia tu luz en mi corazón para que se disipe toda tristeza y sea portador de la alegría que me has dado por medio de tu Hijo. Amén.
Actuemos: ¿Cómo vivimos nuestro ayuno? ¿Nos privamos de algo para estar tranquilos, para cumplir o para compartir?
Recordemos: Recuerda que “son las pequeñas cosas de hoy que determinan la llegada de los grandes dones del mañana” (P. Gustavo E. Jamut).
Profundicemos: “Cuando les quiten al novio, entonces sí ayunarán”.
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