“Aquel que no renuncia a sus bienes no puede ser discípulo mío”
(Lc 14, 25-33)
En el evangelio de este día Jesús presenta las exigencias de su seguimiento, es decir, las condiciones que estamos llamados a asumir para ser sus discípulos. Si bien, la condición de dejar padre, madre y hermanos puede resultarnos egoísta, la invitación que Jesús quiere comunicarnos a través de estas palabras, es a poner toda nuestra confianza en él y dejar de lado todo aquello que nos impide seguirlo con mayor libertad. Cuántas veces por nuestra forma de ser y de pensar, nos alejamos del Señor y no testimoniamos su amor. Cuántas veces planeamos tantas cosas solo a partir de nuestras propias fuerzas y dejando a Dios de lado. Cuántas veces nos ponemos a nosotros mismos en primer lugar, olvidándonos realmente de quien nos necesita. Hoy Jesús nos llama a asumir con valentía nuestro discipulado, siendo coherentes con la fe que profesamos.
Reflexionemos: Frente a la Palabra que hoy el Señor nos regala, preguntémonos: ¿Estoy dispuesto a despojarme de todo por seguir al Señor? ¿Soy testimonio del amor de Dios para las demás personas? Que esta Palabra se haga vida en nuestra vida.
Oremos: Señor, dame la gracia de seguirte verdaderamente, de ser testimonio vivo de tu amor y de vivir de manera coherente mi fe. Que de tu mano pueda salir más de mí, para acoger con mayor docilidad tu voluntad en mi vida. Amén.
Actuemos: Cultivemos en nuestra vida la virtud del desprendimiento, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás.
Recordemos: “Aquel que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”.
Profundicemos: “Seguir a Jesús significa compartir su amor misericordioso por todos los hombres”. Papa Francisco
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