“Herodes mandó decapitar a Juan, y sus discípulos fueron a contárselo a Jesús”
(Mt 14, 1-12)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Hemos escuchado en el evangelio el relato del martirio de Juan el Bautista y esta muerte sucedió porque él con su denuncia y testimonio resultó incómodo para algunos. El texto nos habla de un banquete donde Herodes estaba presente, era el día de su cumpleaños, y allí surgen unas actitudes que desencadenan la cruel muerte del último de los profetas que antecedieron al anuncio del Reino que Jesús predica con su vida y misión. Estas actitudes son la prepotencia, la violencia, la mentira, el orgullo, la necedad, la mentira, el falso honor y es lo que lleva a Herodes a tomar la decisión de entregar la cabaza de Juan en una bandeja y todo esto termina con en banquete de la muerte del inocente, y el destino de Juan se convertirá en la prefiguración del destino de Jesús que también asume el martirio para darnos la vida en abundancia.
Reflexionemos: Habiendo preguntado a Juan quien era él, si el Cristo o Elías o algún otro profeta, respondió: Yo no soy el Cristo, ni Elías, ni un profeta. Y ellos: Entonces, ¿Quién eres? —Yo soy la voz que clama en el desierto…quien ha preparado el camino del Señor.
Oremos: Jesús Maestro Camino Verdad y Vida, que a ejemplo de Juan Bautista, viva la coherencia de la fe, y siguiendo sus huellas, sea semilla de verdad para aquellos que me rodean. Amén.
Actuemos: Tengamos la valentía de rechazar los antivalores e ideologías que imponen la sociedad actual.
Recordemos: Jesús con su pasión y muerte nos muestra que él también fue rechazado en su propia patria.
Profundicemos: No nos suceda a lo mismo que a Herodes, que el Señor pase por nuestras vidas y no nos demos cuenta, o que no estemos dispuestos acoger su mensaje o llamados que nos hace a través de los acontecimientos y de las personas.
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