“¿No es el hijo del carpintero? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?
(Mt 13, 54-58)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
El texto del evangelio de hoy sitúa a Jesús dentro de la sinagoga y no cualquier sinagoga era la de su ciudad natal. Él se pone a ensañar tomando de la escritura sagrada, elementos esenciales para los judíos que le escuchaban, a tal punto que provocó en ellos admiración por su forma de hablar y actuar, la sabiduría que también notaban en Jesús les resultada difícil de explicar, por qué siendo el hijo del carpintero tuviese las habilidades de un sabio o de un profeta, todo este comportamiento no era fácil de aceptar y por eso se generó desconfianza y habladurías, a pesar de todos estos interrogantes y dudas, Jesús pasó de ser el hijo del carpintero a ser el Profeta de Nazaret. La actitud de los conciudadanos provocó en Él la desconfianza al punto de decir “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.”
Reflexionemos: Jesús con sus palabras, enseñanzas y testimonio para sus conciudadanos, es motivo de escándalos, de duda y confusión. ¿Cuáles son las Palabras o actitudes de Jesús que atrae nuestra atención e interés?
Oremos: Jesús Maestro Divino, dispón nuestros corazones para acoger tus enseñanzas y tu vida en nosotros y que podamos decir como san Pablo “Ya no vivo yo es Cristo quien vive en mi”. Amén.
Actuemos: Me comprometo a comprender y aceptar los dones y virtudes de quienes me rodean para así crecer en la unidad y la fraternidad.
Recordemos: Pedro responde a Jesús: Señor, ¿a quién iremos sino a ti? Tú solo tienes palabras de vida eterna.
Profundicemos:
La misión del profeta es anunciar y denunciar lo que pertenece al reino, pero, no siempre será acogido, ni en su propia casa: “Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta”
Si nos desprecian por ser testigos del reino debe ser para nosotros motivo de alegría por cumplir la misión de profeta.
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