“Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos”
(Mt 9, 32-38)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, es la peregrinación que Jesús realiza en busca de cada persona, sobre todo de los enfermos, endemoniados, excluidos. Se conmovía de los que estaban cansados y agobiados por el peso de la vida. Tenía compasión de las situaciones de sufrimiento, una compasión que tocaba su corazón y lo llevaba a curar y sanar a la humanidad herida.
Bíblicamente compasión significa entrañas, útero, Dios es maternidad engendra y da vida, se desborda en ternura por sus creaturas. Los busca, los cura y los carga en sus hombros. Invita a esta humanidad herida a descansar. También invita a orar. “La mies es abundante y los obreros pocos, rueguen al dueño de la mies que envié obreros a su mies. Jesús nos hace participes de su misión y pide para que se despierte en otros el deseo de servir de dejarlo todo por el Reino.
Reflexionemos: Mateo reúne los elementos esenciales de la disposición para la misión. El Señor llama y envía, se dan los dos elementos, la mies es mucha. Se necesitan obreros dispuestos a dar la vida, acompañando a la humanidad con sus dolencias y enfermedades.
Oremos: Señor, que no dejemos pasar tu voz, que te escuchemos y te sigamos, colaborando contigo en la construcción de un mundo más humano y justo. Amén.
Recordemos: Jesús recorría las ciudades proclamando el evangelio, curando a los enfermos, es una invitación que nos hace a salir de nosotros mismos a salir de nuestro confort para unirnos a esa caravana que busca ayudar, apoyar a la humanidad herida.
Profundicemos: La vocación es un fruto que madura en el campo bien cultivado del amor recíproco que se hace servicio mutuo, en el contexto de una auténtica vida eclesial. Ninguna vocación nace por sí misma o vive por sí misma. La vocación surge del corazón de Dios y brota en la tierra buena del pueblo fiel, en la experiencia del amor fraterno. ¿Acaso no dijo Jesús: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35)? Papa Francisco