“No es un Dios de muertos, sino de vivos”
(Marcos 12, 18-27)
Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida
La esperanza en la resurrección se basa en la fe en el Dios fiel a su promesa, no en el deseo o sentimiento humano. La Resurrección es la palabra última de Dios que se ha hecho amigo del hombre, y resucitar significa vivir en Dios, estar siempre con él, como un amigo esta con el amigo. En el nuevo testamento la fe en la resurrección nace de la experiencia personal de Jesús Resucitado y se concibe esa novedad absoluta que Dios revelo al hombre solamente en la Resurrección de su Hijo. Para el discípulo cuya vida es Cristo, la misma muerte viene a ser una ganancia, porque mediante ella está siempre con Cristo y habitara en él, porque el amor de Dios es más fuerte que la muerte, él es el Dios de la vida, de la esperanza y de la eternidad.
Reflexionemos: Creo en el poder de Dios, creo que él es el Dios de los vivos, el Dios de Abrahán, de Isaac, de Moisés, el Dios de mis antepasados, de mis padres, de los seres que amo y que están en su presencia.
Oremos: Maestro bueno, gracias porque llenas mi vida de optimismo, de fe, de paz y de esperanza, pues la última palabra no la tiene la muerte sino la vida, tú eres el Dios de los vivos. Amén.
Actuemos: Señor destinare un tiempo de mi jornada para recordar con gratitud y fe a mis seres queridos que están en tu presencia, mis abuelos, tíos, padres, hermanos, hijos y amigos. Elevare una oración por ellos.
Recordemos: Creo en tu resurrección, pues tú eres un Dios de vivos y no de muertos.
Profundicemos: Mi vida y mi relación contigo Señor no termina aquí en esta tierra con la muerte, sino que con ella llega a su plenitud.