6 de febrero

Los que lo tocaban se ponían sanos

(Marcos 6, 56)

 

Permitamos que la Palabra de Dios toque nuestra vida

El Evangelio nos muestra una jornada en la vida de Jesús, el atraía a mucha gente, sobre todo a la gente pobre y necesitada, que sabe descubrir en él la acción de Dios, que camina tras de él en esta hermosa jornada de la vida.

Jesús curando a todos, no por los méritos que hayan hecho, ni por retribución alguna, muestra la gratuidad infinita de Dios.

El deseo de sanación lleva a la gente a seguir a Jesús. Todos somos vulnerables y necesitados de sanación.

 

Reflexionemos: La persona de Jesús y su acción sanadora, congrega a mucha gente que le busca, que le sigue, y que, llevando a sus enfermos, confían en que les devuelva salud. Piden, creen y de hecho muchos enfermos se curan con el simple acto de haberle tocado el manto. ¿Somos conscientes de nuestra vulnerabilidad y necesidad de Dios?

 

Oremos: Señor ayúdanos descubrir nuestras dolencias físicas o espirituales y a caminar hacia ti con la confianza de ser sanados. Amén. 

 

Recordemos: En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y aldeas, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto y a los que lo tocaban se sanaban. 

 

Actuemos: Reconoceré con humildad, mi vulnerabilidad y necesidad de ser curado.

 

Profundicemos: Cuántas son tus obras Señor, y todas las hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas. ¡Bendice alma mía al Señor! Sal 103 (Libro: El moribundo).

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